A lo largo de la historia, las clases altas siempre han alegado que su riqueza era resultado de su inteligencia, fortaleza y superioridad con respecto a las clases más bajas.
Estas afirmaciones fueron, y siguen siendo, en gran parte, ilusiones. Las ventajas de las clases altas son socio-políticas, no “biológicas”. Pero con los nuevos desarrollos científicos, las pretensiones de los privilegiados amenazan con convertirse pronto en realidad. Yuval Harari señala que durante miles de millones de años cada ser del planeta Tierra evolucionó por la selección natural. Ni un solo ser fue diseñado por un creador inteligente. Hoy, sin embargo, los científicos están diseñando seres vivos y socavando las leyes de la selección natural.
La biotecnología ya ha logrado que las computadoras se construyeran en los animales y que sus acciones fueran controladas por los seres humanos. Los monos se han conectado a computadoras que pueden leer sus ondas cerebrales. Esto les permite mover un brazo artificial que no está conectado a su cuerpo. Los chips de computadora ya han sido creados con organismos vivos. Los genetistas ya han podido extender la vida de los gusanos por seis veces y han producido ratones que muestran una memoria y habilidades de aprendizaje superior a lo “natural”.
También han podido convertir a los roedores promiscuos denominados “campañoles” en monogamistas. Esto significa que no solamente las tendencias individuales, sino también las estructuras sociales, o culturas enteras, pueden ser susceptibles a la ingeniería. Parece solo una cuestión de tiempo hasta que los científicos logren diseñar seres humanos con mejores memorias y otras habilidades. Pero, ¿quién tendrá acceso a estas tecnologías de mejora humana? No hay razón para suponer que las desigualdades actuales en la distribución de la riqueza y el acceso a la atención médica no se replicarán en el acceso a la tecnología de mejora humana.
Actualmente, las objeciones políticas y éticas han restringido de alguna manera estos esfuerzos científicos o la comercialización de los resultados. Esto significa que muchas de las mejoras más importantes se han limitado en gran medida a animales no humanos, o al suministro de tecnologías para personas con discapacidades para ayudar a superar la discapacidad.
Pero Harari argumenta que no importa cuánto convincentes sean los argumentos éticos, es difícil ver cómo restringirán los próximos pasos por mucho tiempo. Este será especialmente el caso si la ingeniería extiende significativamente la vida humana, conquista enfermedades incurables, o mejora nuestras capacidades cognitivas y emocionales. Por ejemplo, si desarrollamos una cura para la enfermedad de Alzheimer, cuyo beneficio adicional es la mejora de los recuerdos de las personas sanas, ¿quién será capaz de prohibir que las personas sanas también mejoren sus recuerdos? ¿Y qué evitará que las personas más favorecidas obtengan primero, o exclusivamente, estas mejoras a costa de los demás?
Sin duda, hay más desafíos inmediatos de igualdad que deben ser enfrentados por los partidos políticos que apoyan los objetivos igualitarios. También hay retos existenciales más inmediatos planteados por el cambio climático y otras degradaciones ambientales.
Así que, por el momento, las implicaciones de la discriminación en el acceso a la tecnología de mejora humana apenas llegan a la agenda política.
Las “fuerzas de producción” identificadas por Marx incluyen el conocimiento científico y técnico. Las fuerzas de producción indudablemente incluirían tecnologías de mejora humana. Al menos algunas corrientes del marxismo ven las fuerzas de producción como la fuerza motriz de la historia. Un nuevo modo de producción evoluciona cuando hay un conflicto entre las fuerzas de producción emergentes y las relaciones sociales existentes. ¿Cómo afectaría la mejora humana de los segmentos privilegiados de la población humana a las relaciones sociales de producción? Es difícil ver cómo un nuevo sistema no privilegiaría a los Homo Sapiens mejorados sobre los no mejorados, desgarrando aquellos aspectos ya modestos y frágiles de nuestras relaciones sociales actuales que mitigan en contra de la desigualdad.
China ya ha desarrollado un proyecto de ingeniería genética avalado por el estado. En BGI Shenzhen, los científicos han recolectado muestras de ADN de 2,000 de las personas más inteligentes del mundo y están secuenciando sus genomas completos en un intento por identificar los alelos que determinan la inteligencia humana.
¿Qué deben hacer aquellos que apoyan los valores igualitarios?:
- ¿Deberíamos oponernos al desarrollo de la tecnología de mejora humana, una búsqueda aparentemente sin esperanza? ¿O simplemente defendemos la igualdad en su despliegue y acceso?
- ¿El acceso solo debería estar disponible a través del sistema universal de salud? ¿O debería estar disponible el acceso a través de la cobertura de salud privada?
- ¿Apoyamos la regulación para “seleccionar” las tecnologías de mejora humana aceptables de las inaceptables? ¿Cuáles deberían ser los criterios?
- ¿Debe elaborarse en una regulación detallada o dejarse en manos de paneles de expertos para decidir?
- ¿Cómo vemos las tecnologías que podrían rediseñar estructuras sociales o culturas completas de manera más igualitaria? ¿Podría esto ser algo bueno? ¿Hasta qué punto nuestra historia en relación con la igualdad, la paz, la justicia y el respeto por los derechos humanos es lo suficientemente buena como para justificar la resistencia a las intervenciones científicas que podrían alterar los componentes biológicos de nuestras estructuras sociales y culturales de manera positiva?
Por supuesto, nuestra historia en este sentido es en sí misma el terreno en disputa. Carradine dice que nuestro pasado está menos dividido y violento de lo que los historiadores suelen reconocer.
Pinker dice que la tasa de violencia en las sociedades humanas está disminuyendo en una base per cápita. Los críticos dicen que Pinker está equivocado. Pero, en cualquier caso, hay algo que sobresale en nuestra historia, especialmente nuestra historia moderna- nuestras capacidades científicas y tecnológicas tienden a desarrollarse por encima de nuestras capacidades éticas.
¿Cuál será el efecto de la tecnología de mejora humana en los roles de la naturaleza (inherencia genética) y la crianza? El desarrollo de la tecnología de mejora humana da vuelta a toda la noción de lo que es “natural”. A medida que comenzamos a intervenir directamente en el proceso de evolución, subvirtiendo los procesos de selección natural, surge la posibilidad de que lo que eventualmente crearemos no sea un Homo Sapien.
La capacidad de acceder a la tecnología de mejora humana, por otro lado, forma parte del entorno social en el que vivimos; en este sentido, se clasifica mejor como “crianza”. La forma de responder a los avances en la tecnología de mejora humana desafiará las categorías políticas tradicionales.
La derecha política se dividirá entre los comerciantes libres y los conservadores religiosos. Algunos argumentarán que los mecanismos de mercado son la mejor manera de desarrollar y distribuir tecnología de mejora humana. Otros se preocuparán de cómo la ingeniería podría impactar la libertad individual y el libre albedrío. Los conservadores sociales religiosos objetarán que el Homo Sapien no debe “jugar a ser Dios”. Craig Venter, uno de los primeros científicos en secuenciar el genoma humano, ha respondido diciendo “No estamos jugando”.
La izquierda política se preocupará por el efecto sobre la igualdad de oportunidades y la igualdad de resultados. Pero también estarán los que, entre la misma izquierda, buscaran que sus hijos sean los primeros en acceder a la nueva tecnología. Al igual que hoy, algunos de la izquierda no dudan en enviar a sus hijos a las mejores escuelas privadas. De hecho, ¿quién, derecha o izquierda, entre los que tienen los recursos, va a demostrar objeción de conciencia al privarse a sí mismos, o a sus hijos, de las ventajas asociadas con el acceso a las tecnologías de mejora humana cuando otras personas con las que deben competir acceden a ellas?
Tanto la izquierda como la derecha deberían preocuparse por el efecto en cuanto a la democracia:
- ¿Sólo se otorgará el voto a aquellos con la memoria mejorada u otra habilidad intelectual?
- ¿Aquellos que han podido obtener las mejoras serán los preferidos para puestos de liderazgo?
Desde varias perspectivas, entonces, el desarrollo de la tecnología de mejora humana hace que el proyecto de igualdad sea más urgente.
Harari afirma que al menos la primera generación de Homo Sapiens mejorados estará formada por las ideas de sus diseñadores humanos. ¿Se pregunta si estos Sapiens mejorados se formarán a la imagen de ideales capitalistas, socialistas, islámicos o feministas? ¿Deberíamos estar preocupados por estos temas?
La mayoría de los partidos políticos, incluso los igualitarios, actualmente prefieren no mirar allí. Primero porque, al menos en parte, desconocen los problemas o sus implicaciones. Segundo porque hay prioridades más inmediatas. Tercero, porque las respuestas son demasiado difíciles de identificar. Pero es poco probable que los problemas desaparezcan. Y si las actuales desigualdades en el acceso a la atención médica y la tecnología persisten, entonces la tecnología de mejora humana amenazará con extinguir la esperanza igualitaria de una manera más profunda y terminal, cosa que las desigualdades actuales todavía no han hecho.